viernes, 2 de diciembre de 2016

IDENTIDAD NACIONAL

IDENTIDAD NACIONAL
ROMO ESTRDA BRENDA ALEJANDRA
TERCERO A OFIMATICA
ETICA
MAESTRA: BETZABETH MORENO ZILBA




La sólida identidad nacional se basa en una condición social, cultural y espacial. Es la identidad basada en el concepto de nación, es decir, el sentimiento de pertenencia a una colectividad histórico-cultural definida con características diversas, rasgos de cosmovisión definidos con mayor o menor localismo o universalismo (desde la cultura a la civilización), costumbres de interacción, organización social y política (particularmente, el Estado -tanto si se identifica con él como si se identifica contra él-). La identificación con una nación suele suponer la asunción, con distintos tipos y grados de sentimiento (amor a lo propio, odio o temor a lo ajeno, orgullofatalismovictimismo entre otros) de las formas concretas que esas características toman en ella. Se da simultáneamente a otras identidades individuales o identidades colectivas1 basadas en cualquier otro factor (la lengua, la raza, la religión, la social, y más.), asumiéndolas, superponiéndolas, ignorándolas o negándolas. Suele tomar como referencia elementos explícitos tales como símbolos patrios, símbolos naturales y signos distintivos (banderasescudoshimnosselecciones deportivasmonedas, etc.).
Históricamente la identidad nacional es una comunidad imaginada,2 la forma en que se efectuó la construcción de nación por los nacionalismos del siglo XIX en los estados-nación europeos y americanos; extendida al resto del mundo por los movimientos de resistencia al imperialismo y el colonialismo, y en la segunda mitad del siglo XX por la descolonización y el tercermundismo.
La identidad que cada cultura posee es de gran importancia, al forjarse México como un país pluricultural se abre a la posibilidad de una nueva identidad nacional la cual la sociedad adopta a partir de sus propios valores y creencias.
La historia del hombre en sociedad es el relato de la eterna adaptación de la persona con su entorno y de seres humanos en su  interacción con otros seres humanos. También es el recuento de su  devenir en el mundo, buscando imprimir en todo lo que hace la huella  de su sentir, de su articulación sobre la realidad y de su cultura.
En diferentes épocas las instituciones nacionales han incidido en la identidad y la cultura de los mayas (que por cierto no se auto reconocen como indígenas). Para ello se recurre al ejemplo de lo sucedido en el municipio de Yaxcabá, en Yucatán, donde cuatro personas con apellido maya, que corresponden a generaciones diferentes, son miembros de una misma familia que habita en ese lugar por lo menos desde la Colonia.
La revolución de Independencia permitió la salida de la sociedad mexicana del letargo colonial. “Los mexicanos” pudieron enfrentarse por vez primera con su rostro verdadero. Lo que encontraron fue  terrible: una nación escindida en castas (indios, criollos y mestizos).  Pueblos, haciendas y ciudades. Opulencia y extrema pobreza: una  sociedad sin ligamentos.
Como medida de inclusión celebrada en Pátzcuaro, Michoacán, se creó el Instituto Indigenista Interamericano como organismo de la  OEA. Éste se encargaría de impulsar que en los diversos países de América se crearán institutos indigenistas nacionales y se desarrollará una  política común de integración indígena en el continente.
La aculturación, es decir el proceso de cambio cultural dirigido, es  el marco de participación de organismos indigenistas en los procesos  sociales que el desarrollo económico va desatando y planteando como  problemas a resolver. La aculturación, en tanto categoría de reflexión y acción, postula la solución a los problemas de integración social  sobre la base de un marco educativo.
De tal manera, la identidad nacional es producto tanto de la  acción de las instituciones del Estado como de los movimientos  sociales que han intervenido local, regional y nacionalmente,  para darle contenido y forma a la idea, al imaginario, de lo que  significa pertenecer a México, ser y mostrarse como mexicano.
Si bien el proyecto nacional en muchos casos fue impuesto a  los indígenas, lo mismo que su pertenencia a México y su integración a una sola y hegemónica identidad nacional, no siempre  estos procesos se hicieron sobre la base de la destrucción de sus  identidades locales y culturales; como consecuencia, en muchos  sitios han coexistido tales identidades, aunque de forma conflictiva. 
La aplicación de programas en el marco de la comunidad hizo ver,  en la práctica, que no era posible inducir el cambio cultural asumiendo a la comunidad indígena como entidad aislada, porque ésta,  no obstante su autosuficiencia y su etnocentrismo, en modo alguno  actuaba con independencia, sino que, por el contrario, sólo era un satélite –uno de tantos satélites– de una constelación que tenía un centro fuerte de articulación, en todos los casos una comunidad urbana  mestiza.
De modo que en una misma comunidad, o en un mismo grupo social y cultural persisten e interactúan diversas identidades sociales. La noción del pluralismo cultural permitió reconocer la diversidad  en un amplio espectro de posibilidades sociales, que si bien encontraba en los pueblos indios un paradigma de diferencia cultural,  daban paso asimismo al reconocimiento de otros grupos sociales  que no eran o no se reconocían como indígenas y que participaban  de manera genérica en la cultura nacional, pero que reivindicaban  niveles de identidad: regionales, locales, barriales, etcétera.
 

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